Pedacito de Cielo
No hay nada más valioso y maravilloso en el mundo que la vida.
Cuando la vida del que sería nuestro tercer bebé se apagó, fue un momento de mucha incertidumbre y vacío, pero también un momento para unirnos más como matrimonio y correr a los brazos de nuestro Padre Dios. Tan solo unos días antes de ello, estábamos llenos de emoción y agradecimiento por tener una nueva vida en nuestra pequeña familia. La ilusión duró muy poco, pero conservamos esos momentos en nuestros corazones y tenemos una motivación especial para llegar al cielo.
Ha sido una experiencia muy dolorosa que jamás nos imaginamos vivir. Hemos visto la belleza y fragilidad de la vida, cómo un día brilla y al siguiente se puede marchitar. Nuestra bebé tenía alrededor de 8 semanas de estar creciendo en el vientre, y no por ello duele menos o su vida vale menos. Con esa pequeñez se pueden apreciar las maravillas de un corazón palpitante. Aún recuerdo cuando pudimos escuchar el corazón de nuestros otros hijos. Es una experiencia increíble y es una etapa por la que todos tuvimos que pasar para estar aquí. La vida tiene que comenzar en un punto y comienza en la concepción.
A pesar del trauma de perder a un hijo antes de su nacimiento, hoy hemos renovado nuestras fuerzas para trabajar a favor de la vida. Creemos firmemente que la vida debe defenderse por igual, no importa si es un bebé de 4 semanas en el vientre, una persona con discapacidad, una persona común o alguien con una enfermedad crónica o terminal. La vida y cada persona son irreemplazables y cuando se encuentra en estado de vulnerabilidad debe protegerse aún más. No se deberían poner etiquetas o valores basados en una etapa del desarrollo, edad, género, raza o condición.
Esta foto la tomamos sin saber que pronto nuestro bebé ya no estaría con nosotros, nos conmueve ver que Dios encuentra las formas de mostrar que esta ahí. Tomamos la pintura de fondo como el mensaje de Jesús diciendo que nuestro bebé ya está con él, disfrutando de su presencia y de la felicidad absoluta del paraíso. Tenemos certeza que así es.
Rezamos para aprender a ser como Job, mantener nuestros ojos en el cielo y no perder la esperanza en Dios. Sabemos que él siempre nos escucha y cumple sus promesas, y así fue, ya que justamente al año nació nuestro cuarto pequeñito y tercero en la tierra.
Jesús, en ti confío, Jesús en ti confio, Jesús en ti confio… me abandono a ti.
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